ADAPTACIÓN CUENTO "LA PRINCESA Y LOS SIETE BANDOLEROS"
La adaptación está dirigida a niños de tercer ciclo de primaria, espero que os guste y que os divierta leerlo:
LA PRINCESA PITUCA
Había una vez una princesa llamada Pituca que vivía en un enorme palacio provenzal, rodeado de campos de lavanda. La joven Pituca vivía junto a sus siete hermanos, sus padres y su abuela, sin embargo con quién más le gustaba mezclarse era con el servicio, cosa que no gustaba en absoluto al resto de su familia.
Un buen día Pituca despertó inquieta, con ganas de hacer algo diferente y divertido. Dando vueltas en su cama ingenió un plan para conseguir la llave que abría las caballerizas. Para ello debía distraer a Don Carlo el viejo mayordomo, el que portaba las llaves de todo el palacio.
Bajó sigilosamente las escaleras y recorrió los pasillos hasta encontrar a Don Carlo. Puso la mayor de sus sonrisas, achinó sus grandes ojos verdes y le pidió que le atase los cordones de sus zapatillas. Don Carlo sorprendido no pudo más que obedecer las órdenes de la princesa y cuando el viejo consiguió doblar su espalda oxidada, para coger el cordón, Pituca estiró su largo brazo y le robó la llave de las caballerizas.
Regresó veloz a sus aposentos y pensó que todo ese plan sería muy aburrido hacerlo sola, por lo que debía avisar al nieto de Don Carlo, ese muchacho que a Pituca le parecía tan guapo y risueño. Ella sabía que no sería fácil convencer a aquel muchacho de que dejase sus obligaciones para escapar con ella.
La vitalidad, las ganas de conocer mundo que Pituca tenía eran demasiado grandes para desistir. Las personas del servicio siempre andaban contándola mil historias y anécdotas ocurridas fuera de los muros de Palacio. Su intriga con el paso de los años iba aumentando y esa vida lujosa, de conveniencia y apariencias, resultaba sumamente aburrida para una joven como Pituca. Por ello, decidió cubrirse con una capa de su hermano Miguel y salir a los jardines a buscar al nieto de Don Carlo, Lucho.
No era fácil coincidir en palacio, pero tras largas horas de búsqueda topó con él tras unos setos. La princesa se dispuso a contar el plan a Lucho, su reacción primera fue de rechazo absoluto, ya que se trataba de un muchacho muy responsable y que veía a Pituca como una Princesa desgarbada y algo fea.
Pituca ante semejante reacción decidió hacer uso de su poder, y amenazar y obligar a Lucho a que le acompañase en su escapada. El muchacho no tuvo más remedio que ir con ella.
Ambos se dirigieron con mucho cuidado a las caballerizas, abrieron las cuadras de los dos mejores caballos que en ese momento había en palacio, Tomillo y Azabache.
La larga capa que cubría a Pituca y el casco que llevaba Lucho les hacía parecer dos varones de palacio, por lo que nadie pudo sospechar de ellos.
Fue poner un pie fuera de palacio y la princesa enloqueció, se lanzó del caballo y comenzó a saltar como una loca entre miles de lavandas. Lucho quedó absolutamente pasmado, nunca había visto una reacción igual. Pensó:
-"¡Qué princesa más caprichosa, tonta y fea, y yo fuera de palacio con ella!”
Pituca volvió a subir en su bonito caballo Tomillo y ordenó a Lucho que la llevara al pueblo. Lucho advirtió a la princesa que vivir fuera de palacio no era algo fácil y que debían regresar a palacio. Sin embargo al oír las advertencia Pituca giró su cabeza miró a los ojos del muchacho y sacó su lengua. Lucho entendió que no había nada que hacer y que seguramente tras pasar la noche bajo un árbol o con mejor suerte, en la casa de algún aldeano, la princesa se arrepentiría y querría regresar a su enorme y lujosa casa.
Tras caer el sol Pituca preguntó:
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- “¿Luchito dónde vamos a pasar esta fría noche?”
Lucho respondió:
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- "Primero probaremos a pedir que nos hospeden algún amable campesino y si no encontramos ninguna casa caliente, tendremos que dormir en el bosque.”
La reacción de Pituca no hizo más que sorprender a Lucho:
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- “¡Vale! Genial, qué emocionante Luchito”.
Tras largas horas de búsqueda hubo suerte y un amable matrimonio, decidió acogerles esa noche. Les ofreció su mejor comida, mantas y un rincón junto a la chimenea.
Los habitantes del pueblo no conocían a Pituca físicamente ya que nunca había salido de palacio, sin embargo era muy conocido que una hija del rey andaba mezclada siempre con el servicio del palacio, algo sorprendente para aquellos tiempos.
Pasaron la noche en aquel caliente hogar y cuando un rayo de sol brilló sobre la cara de Pituca, esta dio un salto enorme y despertó a su compañero de viaje para continuar su travesía. Montaron su caballo y siguieron su camino.
En palacio se armó un enorme revuelo, nadie encontraba a Pituca y Don Carlo alarmó que tampoco estaba su nieto. Sus padres enfadados decidieron desheredar a la joven y juraron que nunca más volvería a pisar el palacio.
Sus siete hermanos salieron en su búsqueda para raptarla y encerrarla en las mazmorras. Preguntaron por el pueblo pero nadie quiso ayudarles ya que eran los siete hijos del rey, cada cual más malo y tirano, todo lo contrario de Pituca que caía bien a la gente por su humildad y simpatía.
Pasaron los meses y Lucho cada vez veía a la princesa más delgada, pero más bella que nunca. El hambre invadía sus cuerpos. Las travesías eran sumamente largas y no tenían apenas alimentos. Fueron muchas noches las que pasaron bajo árboles de aquellos fríos bosques, pero la alegría de Pituca llenaba de calor y felicidad a Lucho.
Por fin llegaron al siguiente pueblo. Era precioso y parecía tener muchos más habitantes. Lo primero que encontraron fue un enorme mercado lleno de verduras, carne y fruta. Pituca saco dinero de sus bolsillos y compró sin control.
Con la tripa bien llena Pituca y Lucho se sentaron en un banco de la plaza del pueblo y charlaron como si nunca antes lo hubiesen hecho. La mano de Lucho recorrió la espalda de la princesa y un escalofrío inundó a Pituca. Ambos se fundieron en un beso.
Pituca ya cansada de tan largo viaje propuso a Lucho regresar a palacio para casarse con él. Alegres y enamorados regresaron al palacio pero no todo fue perfecto. Cuando se dispuso a entrar en palacio Don Carlo le negó la entrada. No cesó en su intento y comenzó a gritar:
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-“Papá, papá soy yo, Pituca. He regresado con mi prometido”
El Rey asombrado salió con semblante serio. Pituca achinó sus ojos y enseñó su bonita sonrisa a su padre como sólo ella sabía hacer. Era una auténtica mujer. Estaba más bella que nunca y su mirada dejaba ver que estaba completamente enamorada.
El Rey no pudo resistir y abrazó a su ya no tan pequeña Pituca.
Lucho se armó de valor y pidió al Rey la mano de su hija. El palacio se preparó para la boda de la Princesa Pituca y de futuro Príncipe Lucho. El nieto de Don Carlo siempre fue la debilidad del Rey, un jovencito responsable, risueño y amable, que había crecido dentro del palacio, por lo que no fue capaz de impedir la boda de su hija, a pesar de que nunca hubiese podido imaginar que se casaría con un sirviente.
Ambos vivieron felices pero decidieron comprar una preciosa casa cerca del pueblo y vivir su vida cerca de aquella maravillosa gente que vivía fuera de palacio.
Muy bien. El viaje iniciático ha quedado un pelín destrozado, pero es una historia bonita.
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