viernes, 20 de enero de 2012

LA REALIDAD ES LA REALIDAD


A pesar de todas mis intenciones, ideas utópicas y  teorías pedagógicas ideales, hoy, he tenido mi primer  duro enfrentamiento  con la “pura realidad”. Llegue como cada jueves a la casa del niño al que llevo dando clase ya dos añitos. Había recopilado un montón de material original para trabajar, la ortografía y la expresión escrita de una forma divertida, innovara, y que saliese un poco de la rutina, del día a día de este niño.

Cuando coloqué mi carpeta sobre la mesa de trabajo y me dispuse a sacar todo el maravilloso material, elaborado por mí en gran parte y tras largas horas de trabajo y esfuerzo, rebanándome la cabeza, estrujando mi imaginación y exprimiendo lo mejor de mí, tres golpes secos retumbaron en la habitación. Era la madre de mi alumno llamando a la puerta. La mujer entró en el cuarto con semblante serio. Jorge, había suspendido nuevamente  lengua. Las faltas de ortografía no habían desaparecido y su expresión no era la adecuada.

Con preocupación me dirigí a la madre del niño: “Quizá los métodos que utilizan en el colegio a Jorge no le ayudan, creo que se siente presionado y completamente desmotivado”. Esperando una respuesta a mi favor, no pude más que recibir una negativa: “El colegio es el colegio y ellos sabrán lo que hacen, hazle un dictado en cada clase, mándale mil ejercicios de ortografía, como las fichas que le dan en el colegio y una redacción sobre algo que haya dado en cualquiera de las asignaturas”. ¡Qué rollo por favor! Cómo le va a gustar al niño ir al colegio, cómo le va a gustar escribir y leer, ¡pero si me aburre hasta a mí!




Tras la obligación impuesta por la madre de Jorge, me dispuse a mostrarle algunos de los dictados que había recopilado. No eran dictados normales, eras dictados, sí, pero innovadores y divertidos. Para la creación literaria había tomado ideas de la presentación de “Rodari y la creatividad” y para trabajar la ortografía había encontrado un par de páginas webs, que a través del juego acercaban al niño al aprendizaje de la ortografía y sus reglas. Sin embargo, mi decepción, ante la cara de su madre aumentó.  No quería que trabajase así. Todo su empeño era que el niño realizase un dictado tradicional, copiase las faltas cincuenta veces y tuviese una gran carga de deberes de fichas ortográficas y redacciones sobre “las capas de la Tierra”.

A pesar de mi ilusión no pude más que asumir la orden de mi “jefa” y comencé a dictar al niño un fragmento de un cuento que le gustó mucho: “Chivos, Chivones”. En lugar de copias absurdas, creamos un “minirelato” con las palabras que había fallado. Ese “minirelato” tenía un principio absurdo (de Rodari). Como resultado obtuvimos una historia interesantísima y realmente divertida. Jorge estaba sonriendo, estaba disfrutando empleando las palabras que tanto le costaban.




Cuando terminó su “relatillo”,  me dispuse a dictar otro trocito. Decidí partir el dictado en dos partes porque sé que Jorge se cansa rápido y pierde la atención, fallando en palabras que ya conoce.

Cuando terminó detecté cinco faltas de ortografía. Mi imaginación comenzó a volar. Ahora su “profe” era “Sherlock Holmes” y él “Mi Querido Watson”. Mediante pistas el niño tenía que ir descubriendo cuáles eran sus faltas. Jorge estaba motivado y se estaba fijando muy bien en cada una de las palabras. Además se cuestionándose cómo se escribía cada una de ellas, teniendo que hacer uso de su seguridad, para resolver el “caso”.

Cuando recopiló cada una de ellas le sugerí que las colocase cada una en una hoja con tamaño “extra grande”. Sé que Jorge aprende la mayoría de las cosas a través de la memoria visual y que le encanta dibujar. Era su turno: “¡A dibujar Jorge!”. Tenía que buscar un dibujo que le recordase a la palabra fallada. Así lo hicimos y sé que esas palabras han quedado bien establecidas en su memoria. Sí, son apenas diez palabras, pero imaginad que cada día en el colegio cada niño aprendiese a escribir diez palabras, en lugar de repetir y repetir las mismas palabras una y otra vez en fichas, dictados y copias.

Con esta entrada lo que quiero reflejar es que a veces no tenemos la libertad de dar las clases como nos gustaría, pero ingeniándotelas puedes conseguir tus objetivos y llevar todo a tu “terreno”. 

jueves, 19 de enero de 2012

Hay formas distintas de aprender a escribir y a leer:

La pedagogía Waldorf puede aportar muchas cosas positivas a la educación. 

Siempre me llamó la atención lo nuevo, lo diferente, y buscando nuevas formas de enseñar al niño a leer y escribir, más divertidas y que les pudiesen motivar y hacer disfrutar, he llegado a dos vídeos que explican perfectamente técnicas y formas novedosas. Personalmente he quedado encantada y fascinada. Me han aportado una visión completamente diferente de la enseñanza de la lectura y escritura por lo que he decidido compartirla con vosotros a través de mi blog. 

Quizá, como a mi, os resulte interesante, útil y os abra la mente para ser capaces de innovar y convertiros en profesores diferentes, profesores del siglo XXI, para entre todos mejorar en la práctica y no sólo en la teoría, la educación. 

(Siento haber escogido vídeos con "audio latino" pero realmente son los que mejor reflejan cómo es la enseñanza de la lectura y escritura en la metodología Waldorf).








LEER SIN VER

Tras colgar mi última entrada al blog y revisar todo el recorrido que he realizado, he encontrado un gran fallo. Este blog no puede “terminar” sin tener en cuenta una pregunta que ha retumbado en mi cabeza: ¿y aquellos niños que precisan necesidades educativas especiales?; ¿dónde se encuentran ellos?

En nuestras aulas y gracias al trabajo de muchos años, por fin hay “de todo”, es decir ,niños con cociente intelectual superior a la media, niños que no presentan ningún problema significativo para el aprendizaje, y por supuesto, niños con determinadas características que provocan que la enseñanza tenga que adaptarse a su condición personal y sus dificultades.

Realmente esto es un enriquecimiento para todos, tanto para los alumnos, como para los maestros. Durante el curso hemos ido averiguando cómo mejorar la enseñanza, cómo conseguir cambiar la escuela, cómo motivar a nuestros alumnos, pero no hemos tenido en cuenta en ningún momento a los niños con discapacidad, ya sea física, intelectual, sensorial o posea algún trastorno generalizado del desarrollo. Evidentemente cualquiera de estas discapacidades provoca que el niño requiera adaptaciones en el aula. Refiriéndonos al área  de lengua y literatura quizá, los que padezcan una discapacidad intelectual y una discapacidad de tipo sensorial sean quienes más requieran una adaptación y dedicación especial por parte del maestro.

Motivar a estos niños posiblemente traiga consigo una complicación añadida. ¿Cómo enseñar a leer a un niño ciego?; ¿Cómo hacerlo con un sordo?; ¿Cómo puedo despertar el gusto por la lectura en niños que no ven o no oyen? Difícil ¿verdad?

En esta entrada voy a procurar recoger algunos recursos didácticos que me han resultado interesantes, casi mágicos y que espero que si algún día, alguno de vosotros tiene en su clase un alumno con discapacidad (me centraré en la visual debido a la amplitud del tema), recurra a mi blog y recuerde que no debemos temerlos, que son al fin y al cabo niños y que aprenden, claro que aprenden, quizá necesitemos ser más cuidadosos con el material y adaptarlo a  sus condiciones especiales.

En primer lugar un consejo que debemos seguir al pie de la letra si queremos ser buenos maestros es el siguiente:



La cuestión que más despierta mi curiosidad es: ¿Cómo enseñar a leer a un niño ciego o con baja visión?; ¿Cómo hacer que sea motivador un libro que atienda a sus necesidades?

La animación a la lectura debe ser similar, a través de juegos, actividades originales, preguntas que despierten su curiosidad. Debemos recordar que un niño ciego escucha, recibe toda la información a través de los demás sentidos por lo que captará el buen ambiente, el entusiasmo del profesor y de sus compañeros. Sin embargo, a vosotros, ¿os parece divertido leer algo así?:


 Qué gran diferencia entre leer así



O leer de esta maneara ¿no?






Pero tranquilos esto tiene solución. En primer lugar si algo bueno hay en España, es la ONCE. Funciona fenomenal, comprobarlo vosotros mismos:


Además hacen adaptaciones de material ordinario, lo que nos dará juego para que todos trabajen lo mismo y que el niño se sienta completamente integrado en su clase.


Hay muchos libros que son maravillosos. No sólo los libros escritos en Braille, o los libros electrónicos con audio, sirven para animar al niño con discapacidad visual, a leer. Tengo que recomendar un libro fascinante dedicado al aprendizaje de los colores. Claro, ¿cómo va a saber un niño que nace ciego cómo son los colores?,  gracias a la imaginación y creatividad de su autora, ¡los niños ciegos ya pueden conocer los colores! Aquí os dejo una muestra de cómo es este libro:


En esta página lo podéis ojear en versión Braille:


Por último os adjunto un taller para quién se quiera animar a aprender cosas nuevas. Para aprender a realizar dibujos táctiles, lo que nos servirá para poder elaborar nuestro propio material, para poder realizar cuentos fantásticos adaptados a estos niños.





Espero que os sirva y os resulte útil e interesante. Por la amplitud del mundo de la discapacidad, no puedo abarcar en una única entrada más discapacidades, pero me comprometo a investigar e ir aportando pequeñas cositas útiles y que permitan que entre todo mejoremos la vida de estos niños.



Posición privilegiada

Este recorrido por toda la historia de nuestra literatura me ha aportado una visión global extremadamente enriquecedora a la hora de ejercer mi profesión de maestra y  llevar a cabo la difícil tarea de enseñar/acercar a los niños a la literatura.

Me ha dado la oportunidad de ver la literatura casi, casi “desde fuera” y como los problemas, que a veces se ven mejor desde esa perspectiva, me ha situado en una posición donde ahora me encuentro mucho más cómoda y competente para afrontar mi labor.

Y junto a esta visión global, también me parece esencial, el seguir trabajando para tener la capacidad de “saber” escoger cada una de las obras clave y que representan mejor cada etapa, adaptándome a la edad del niño para que entienda y le atraiga la literatura.

La literatura española es riquísima y refleja siempre nuestra historia, nuestro pasado; es casi, casi una bola de cristal.

No podemos pretender que un niño de primaria conozca y aprenda ese largo recorrido que hemos realizado por nuestra literatura, por sus etapas y por sus obras, pero sí podemos acercarle también a esa visión global. Podemos enseñarle a contemplar la literatura como reflejo del paso del tiempo, de la historia.

A través de sus obras, de sus autores, de los textos, del lenguaje, podemos enseñar al niño a ver esa diferencia de costumbres, de estilos, de épocas, de formas de vida,… A ver cómo a través de los libros, de la literatura, somos capaces de descifrar nuestro pasado, nuestra historia porque todo queda reflejado en ellos.

Podemos, en mi opinión, basarnos en diferentes hechos históricos muy destacados y ver cómo han quedado reflejados en la literatura. Podemos enseñar al alumno a ver cómo el paso de una época a otra, no es más que el reflejo de lo que estaba ocurriendo en ese momento. Una época de guerras, desgracias y hambrunas, o una época de esplendor, de cultura, de ideas innovadoras,…

Trabajemos nuestra capacidad de escoger bien los principales autores y obras que representan mejor cada etapa, y descubramos sus principales características de una forma amena y atractiva para que el alumno vaya realizando ese recorrido por la historia de la literatura y consigamos atraparle entre las páginas de los libros.

miércoles, 18 de enero de 2012

EL GUSANILLO DE LA LECTURA


La mayoría de nosotros hemos recibido una educación tradicional, donde el juego apenas se dejaba para días especiales como Navidades, vísperas de vacaciones de verano o Carnaval. La teoría era lo más importante, el silencio y la escucha activa lo más valorado por los profesores y sin embargo, el fracaso escolar ha invadido nuestro país con más fuerza que nunca. ¿Algo falla verdad? Pues, arriesguemos, busquemos la novedad, averigüemos qué les gusta a los niños, ofrezcámosles una educación interesante, amena, que resuelva sus dudas e inquietudes.


Uno de los grandes problemas que hemos encontrado en los últimos años, ha sido la falta de motivación que muestran los niños y adolescentes, en especial hacia el área de Lengua Castellana y Literatura y Matemáticas. Si hay tanto fracaso y tanta falta de interés ¿no nos tendríamos que plantear que el problema no es suyo, sino de profesores o métodos de enseñanza?

Cuántas veces hemos escuchado: “a mi hijo no le gusta leer” “no paran de ver la televisión y los libros de adorno”. Estas frases inundan las casas de familias españolas.






Sí, admitámoslo, a la mayoría de los niños no les gusta leer y no es su culpa. A mi tampoco me gustaba, pero a la inmensa mayoría de mis compañeros y amigos, tampoco. Desde pequeños nos han obligado a leer libros que no escogíamos y no entendíamos. Libros que teníamos que leer en un periodo de tiempo determinado y tras esa lectura, casi angustiosa, sabíamos que nos esperaba un difícil examen; esa era la única recompensa que obteníamos tras leer el libro. ¿Os gustaría leer un libro bajo esas condiciones?

A mí personalmente me horrorizaba, hasta que descubrí un verano el placer de leer por leer. Escoger yo el libro, perderme en su historia, descubrir lugares e imaginar a los personajes, disfrutar… ¡Me metía en otro mundo tan apetecible con sólo abrir sus páginas! Y nadie tenía nada que preguntarme; nadie tenía porqué interferir en mis pensamientos y sentimientos. Era una relación mía con el libro.

  ¡ Y menos mal que fue así! Salvada a pesar del “machaque” del colegio. ¿Es esto normal?

Por tanto, hay que fomentar y descubrir nuevos métodos que animen a los más pequeños a leer, a soñar, a imaginar y a descubrir nuevos mundos. Acercarles a la literatura de forma divertida y no por obligación; meterles el “gusanillo” en el cuerpo. Me parece algo precioso y uno de los “favores” más grandes que podemos hacer por ellos y que sin duda, aplicaré el mismo día que pise un aula.



Todo esto evidentemente es pura teoría y suena muy bien, pero he de afirmar con gran orgullo, que este tema me ha ayudado, me ha hecho descubrir nuevas formas de enseñar, nuevas formas de divertir a los niños y en definitiva de animar a los más pequeños a que abran un libro, sin presiones, sin angustias, sin exámenes, y que disfruten, que disfruten tanto como cuando ven su serie favorita. 


Tanto la realización de la actividad del bloque, como la investigación que he tenido que realizar para elaborar un buen bloque teórico, me han aportado algo más de confianza, de sabiduría y de conocimiento, que me impulsa a innovar, a introducir en el aula nuevos "aires", a enfocar la lectura de una forma distinta e interdisciplinar, a través de divertidos talleres, de la pintura, de la creación literaria y de la intriga, con un único objetivo: que mis alumnos sean futuros lectores y amantes de los libros.


No es sólo un cuento

¡Qué mejor manera que un cuento para acercar al niño a la literatura! ¡Qué importantes son los cuentos! Los de siempre, los que nos contaban nuestros padres y a ellos, los suyos también. Los mismos cuentos, un poco adaptados con el paso del tiempo, pero en esencia los mismos. Y en el fondo, esa maravillosa relación entre el niño y su madre, o su abuelo, o su maestro. Entre el narrador que construye historias y el receptor que las va instalando en su imaginación.

Al niño le gusta que “le cuenten” el cuento; le gusta escucharlos una y otra vez. Pero sobre todo que se lo interpretemos, que se lo acerquemos, que se lo escenifiquemos para que pueda crear su historia, sus personajes, su escena. Cambiamos la voz, ponemos gestos, actuamos,… y la reacción la vemos en su cara. ¡Se lo podemos hacer tan atractivo y de que forma tan fácil le estamos acercando a la literatura!

Nos pedirá que se lo contemos una y mil veces hasta adelantarse casi a nuestras palabras, pero ya hemos conseguido “engancharlo” a la literatura. Seguro que ahora cuando el niño se acerque él solo a ese mismo libro y lo abra, será capaz de adentrarse en él y volver a recrearse y disfrutarlo. Y lo habrá hecho él solo; ¡está leyendo un libro!


Para concluir, simplemente señalar que es un tema precioso y que evidentemente aporta mucho de cara a nuestro futuro como maestros y quién sabe si como padres, tíos, etc. Todos, desde cualquier ámbito debemos despertar el gusto por la literatura a los niños, ellos son los futuros lectores y la maravilla y el enriquecimiento que supone la literatura, nunca puede ser perdida.

Supongo que ya queda menos para poder aplicar toda esta teoría tan interesante en el aula. Sin lugar a dudas, en el momento en el que ponga un pie en el colegio, llevaré mi cabeza llena de buenas ideas y de entusiasmo, que procuraré transmitir a mis alumnos para que ellos adquieran en su infancia el gusto por la literatura y no tengan que esperar, como yo, a descubrirla de "mayor". 


¡Fuera miedos; somos capaces!

Y después de conocer distintas obras y etapas de la literatura; después de disfrutar con historias , cuentos y poesías escritos por otras personas, …creo que llega el momento de ser también protagonistas y lanzarnos a escribir, a crear.

Fuera miedos, somos capaces de escribir; somos capaces de expresarnos a través de la palabra. Mejor, peor; da igual iremos aprendiendo. ¡Y qué satisfacción produce el ver plasmado en un papel lo que queremos contar! Puede ser una carta, una historia, un informe, una poesía y hasta un problema, del que nos liberamos un poco al dejarlo escrito en un papel.

Es algo maravilloso a nuestro alcance, al de todos y tenemos que aprovecharlo y disfrutarlo. Y así debemos hacérselo ver al niño.  Hacer que el niño, a través de actividades y juegos sea capaz de ir descubriendo  y creando él mismo, cuentos, poesías, teatro, etc., me parece la mejor forma posible de acercarle y atraerle hacia la literatura.

Le podemos trasladar nuestra ilusión y juntos construiremos un espacio donde el niño vea que es capaz de crear, de escribir divirtiéndose; un espacio donde pueda dar rienda suelta a su imaginación y descubra su capacidad para expresarse y plasmar sus sentimientos.

Por qué no hacer que “invente” una historia, con una trama, un desenlace, con unos personajes, en un espacio, en un tiempo,…y luego hacerle ver que ha “creado” un cuento.






Y no es mejor que empezar por leerle poesías que normalmente no entiende su significado, ni identifica los sentimientos, hacerle partir de una experiencia vivida por él, de sus propios sentimientos, de lo que veía, de lo que escuchaba u olía para ayudarle a plasmarlo en un papel y entonces que comprenda qué es poesía. Ahora quizá sí pueda empezar a descifrar los sentimientos que encierran las poesías escritas por los demás.

Y lo mismo con el teatro o con la novela, o con la creación de un texto informativo; partamos de la propia experiencia del niño y desarrollemos en él la capacidad de expresarse de manera natural para que vea la literatura como algo mucho más próximo y apetecible.

 ¡ Y todos podemos, y él puede! Y lo que escribe cada uno es tan válido como lo del otro. Y nada está mejor o peor. Y todo vale porque todo es distinto y sobre todo, porque es parte de cada uno de nosotros;  de nuestros sentimientos hechos palabra.


Por tanto, la creación literaria puede ser una maravilla y algo sumamente divertido o convertirse en frustración. "Rodari y la creación" me ha aportado ideas, ganas de llevar al aula todas estas técnicas tan divertidas, sugerentes y que despiertan tanto la creatividad de las personas. 


Como todavía no tengo el lujo de poder entrar en un aula con veinte pares de ojos atentos y con ganas de aprender, y siento verdadera impaciencia por llevar tanta teoría fabulosa a la práctica, decidí experimentar con un niño de trece años al que doy clases particulares, con algunas de las técnicas que propone Rodari, ¿el resultado? ¡Fantástico!, el niño disfrutó, no paro de reír, de alucinar con esos principios "absurdos" y con las geniales obras que había sido capaz de crear, ¡tan originales que ni él mismo podía creerlo! y lo mejor de todo, aprendió a crear, aprendió a expresar justo lo que él quería. Entonces, ¿por qué hacer aburrido  algo que no tiene por qué serlo?
¡Todos a innovar!


 Poesía:


Sábado noche

Llega el sábado noche
lo que significa pintarnos como coches.
Frente al espejo pasamos las horas
porque nos vamos a tomar unas copas.

¡Me esperan ya mis amigos en la calle!
Dos minutos y bajamos, ¿vale?
Date prisa Mercedes y píntate los ojos,
hazte la raya y los labios, rojos.

¿Me pongo o no tacón?, qué indecisión.
Bueno, la verdad, es que me sube un montón.
Corre, no seas pesada, no nos queda mucho tiempo.
¡Pero si estoy casi sin aliento!

Por fin, ya estamos preparadas.
¡Bajamos, bajamos, no nos queda nada!
La Black Berry vibra sin consuelo,
¿Que todos se han rajado? ¡No me lo creo!









Teatro:

El verano ya está aquí:

Aparecen en escena Marta y Amali, andando por el Paseo Marítimo del Sardinero.  Marta es una joven rubia de cabellos alborotados por la brisa húmeda del mar y algo desgarbada  pero sumamente divertida. Su andares desprenden alegría. Amali sin embargo luce pelo lacio y castaño pero su semblante es algo serio.  
Marta: ¿Has visto que bonito está este año el paseo?
Amali: Yo lo veo como siempre, aunque si hay más bares de copas  ¿no?
Marta: ¡Si hay un montón! ¿Esta noche saldremos no?
Amali: Si, ¡obvio! (gritando a los cuatro vientos)
Marta: El problema es que todavía no ha llegado nadie del grupo. (con cara triste)
Amali: Ya…bueno no se ya veremos.  (con expresión de duda)
Marta: ¿Nos tomamos un helado? (cogiendo la mano de Amali)
Amali: (risas) Marta ¡siempre igual!, siempre quieres helados. ¡Marta y los helados! (elevando la voz)
Marta: (sonriendo) me encantan. ¡Además quedan muy chic!
Marta y Amali: Risas
Entran a la heladería.
Marta: Me da un helado de limón por favor.
Tendero: ¿Tarrina o Cucurucho?
Marta: Um…(dudando) ¿Cucurucho Amali?
Amali: Si no se… (risas)
Marta: Vale, sí. Un helado grande de cucurucho con dos cucharitas, de limón.
Tendero: Muy bien señorita. (Se gira y rebaña el helado)
Marta: ¿Cuánto es? (con cinco euros en la mano)
Tendero: (Dándole el helado) Son tres euros con cincuenta por favor.
Amali y Marta: Hasta luego (sonriendo amablemente)
Marta: Um…¡No sabes que rico está! ¡Súper ácido como a mí me gusta! ¡Prueba! (chupando una esquina del helado por la que cae helado derretido)
Amali: (cogiendo una cucharita) A ver si es para tanto, pesada.
Marta: Ya verás.
Amali: Sí, está rico (sonriendo con la cuchara en la boca)
De pronto Marta para de andar y se queda inmóvil por unos minutos, gira su cabeza lentamente. Sus ojos siguen el paso de un chico con aire extranjero de pelo liso y rubio.
Marta: ¿Has visto que chico? (haciendo símbolos de corazones con los dedos)
Amali: No, a quien te refieres. (Buscando con la mirada por el paseo)
Marta: (señalando con descaro) ¡Ese el rubio!
Amali: ¡Marta es Christopher! (Dando saltitos y partida de risa)
Marta: ¡Oh my good…………dddd……….! ( Gritando y moviéndose de un lado a otro)
Marta: ¡Vamos a seguirle! (caminando detrás del chico)
Amali: ¡Estás loca! ¡Pero qué haces que nos va a ver! (cogiéndola del brazo)
Marta: ¡Me da igual! (con una sonrisa de oreja a oreja)
Amali: Le voy a llamar
Marta: Ni se te ocurra (con cara de enfado)
Amali: Chrisss….t…. (Levantando ligeramente el tono de voz)
Marta: Tonta cállate. (Empujando a Amali)
Marta y Amali: Risas
Amali: to…pher…. (Riendo)
De pronto una bicicleta pasa a su lado a toda velocidad y tira a Marta su rico helado.
Marta: ¡Pero bueno! ¡Eres tonto! (gritando nerviosa)
Asombrada Marta se queda callada mirando fijamente a los ojos del ciclista y le da un codazo a Amali.
Amali: ¿Pero tú no eres…? (con voz temblorosa)
Marta: ¿Pe, pe, pe..ro tú no eres? (tartamudeando)
Ciclista: (elevando la voz) ¡Chicas no os acordáis de mi! ¡Soy Christopher! ¡Nos conocimos el año pasado aquí!
Amali y Marta: (a la vez y exclamando) ¡Sí!
Marta: ¿Pero tú no estabas caminado delante nuestro? (con cara extrañada)
Ciclista: Pues no (riendo)
Amali: (señalando)ese chicho es igual que tú
Ciclista: Ya entiendo…( riendo) es Henryk mi hermano gemelo
Marta: ( con risa tonta y ojos muy abiertos) Ah…. Es igual que tú
Ciclista: (Empezando a pedalear)Esta noche veniros a “BNS” el chiringuito de la playa.
Marta y Amali: Vale (con una gran sonrisa)
Nuevamente solas…
Marta: Me he vuelto a enamorar….(riendo y con la mano en el corazón) 

Fin del acto

Prosa:
Todo comenzó una gélida noche de invierno, tras la celebración de la llegada del nuevo año.  La puerta de una lujosa casa del centro de Madrid se abrió con suavidad. Una joven mano sosteniendo una gran bolsa de basura asomó lentamente. Los vidrios chirriaban al chocar unos contra otros. Sonaba a resaca, a gran celebración. Aquel sonido año tras año retumba por las calles pasando desapercibido para la mayoría de los transeúntes, pero, retumbado en las cabezas de aquellos que no están de paso por esas calles, sino que han hecho de ella su vivienda. Retumba a alegría, a poder, a celebración y en definitiva a hogar.
La joven que portaba en su mano esa aparentemente simple bolsa de basura, se aproximo hacia un pequeño vertedero, para deshacerse de esos restos de fiesta, que portaba con gesto de desagrado y disgusto.
Cuando iba a depositar la bolsa en uno de los cubos, algo llamó su atención.  A pocos metros de donde se encontraba, entre toneladas de sucia basura, asomaba un viejo sombrero.  Lo que para la mayoría sólo sería eso, un viejo sombrero, para ella resultaba ser una joya.


La joven se acercó con mucho cuidado, esquivando otras bolsas repletas de basura. Cuando estaba a punto de alcanzarlo, un ligero movimiento hacia la derecha y luego hacia la izquierda provocó que la chica diese un paso hacia atrás, y se alejase apresurada y con miedo. Lo primero que vino a su cabeza es que probablemente una rata, un pájaro o quizás un gato estuviese paseando cerca del sombrero,  provocando un ligero vaivén. 
Agitando su cabeza, volvió a acertase, esta vez con algo más de cuidado e inquietud, su mano rozaba el ala del sombrero cuando de pronto una cabeza con cabello blanco como la nieve se elevó lentamente.  Paralizada la joven no pudo cambiar la postura ni siquiera pestañear cuando la anciana dueña del viejo sombrero giró su cabeza y clavó su triste mirada sobre ella. Tartamudeando se disculpó educadamente y la anciana respondió como si de una señora de buena familia se tratase. La joven no cesaba en su asombro.
La anciana se alejó con sigilo entre la basura, ante los ojos de Carolina, la joven mujer que portaba la bolsa de basura. A medida que la anciana se alejaba, Carolina se sorprendía más si cabe. Vestía una auténtica joya. Un vestido con aires de “Charleston”,  precioso, de los años 20, perfectamente conservado y combinado con el sombrero. 


La curiosidad invadió a Carolina quien no puedo resistir perseguir  a la anciana. Era una auténtica apasionada de la moda y no podía creer que una mujer  que rebuscaba en la basura el día de Año Nuevo, para poderse llevar algo a la boca, pudiese ir vestida de esa manera.
Se apresuró y con la curiosidad característica de una joven inquieta comenzó a “lanzar” un millón de preguntas:
-¿De dónde has sacado ese vestido? ¿Y ese sombrero? ¿Sabes que llevas un vestido que cuesta mucho dinero? ¿No me lo venderías?
La anciana interrumpió a Carolina:
-Un momento señorita, ¿es usted periodista?, ¿qué quiere de mi? ¿Por qué me persigue?
Carolina ruborizada volvió a disculparse con la anciana y le propuso que pasase a su casa para poder invitarla a un caldo de Navidad calentito y poder obtener las respuestas deseadas de un modo más relajado y correcto.
Los ojos de la anciana se llenaron de alegría y emoción y su paso se aceleró hacia el hogar de Carolina.  Ya sentadas frente a la chimenea y con el estómago lleno, pasaron horas hablando. Toda la vida de aquella mujer resultó ser una auténtica película.
La anciana se llamaba Sylvia Sidney y era una consagrada actriz de Hollywood que como muchas estrellas, había vivido su momento de oro, pero al envejecer había sido condenada al olvido.  La pasión, el dolor, el amor y los sentimientos encontrados habían sido la tónica habitual de aquella mujer. El lujo de su juventud y madurez chocaba con la más absoluta miseria en la que se encontraba sumida ahora en su vejez. Sin embargo, a pesar de haber estado tantos años viviendo en la calle, nunca renunció a su preciado vestido y sombrero. Quizás, esto es lo que más sorprendió a Carolina, el cómo una mujer vagabunda pudiese vestir esas lujosas prendas. Sylvia ganó su primer reconocimiento de Hollywood vestida con esos atuendos. Los miles de recuerdos maravillosos que aún retumbaban en su cabeza, no permitían, a pesar del tiempo trascurrido, que pudiese deshacerse de ellos.
Carolina no cesaba en su asombro y mostraba su emoción continuamente en su activa charla con Sylvia. Llegó la hora de acostarse y tras la interesante velada Sylvia decidió regalarle el sombrero a Carolina como muestra de agradecimiento. Carolina lo aceptó pero sólo a cambio de que Syvia aceptase también quedarse en su casa a vivir el resto de su vida.
A pesar de ser una joven adinerada se sentía sola en medio de esa enorme ciudad. Aunque Carolina era una muchacha alegre y vital había tenido una vida muy triste que le provocaba ser una persona profundamente empática y comprender el dolor de aquella anciana.
Los padres de la joven fallecieron en un accidente de tren, cuando regresaban a casa tras una comida en La Granja de San Idelfonso, ella era hija única, por lo que heredó un lujoso palacete del siglo XIX.
 Sus amigos siempre fueron su gran apoyo, pero evidentemente, Carolina siempre buscó tener nuevamente el calor de un hogar, que encontró de la manera más inesperada aquel uno de enero, al salir a tirar los restos de otra agradable velada en la que celebraba el final del año 1990. Sin duda el año 1991 sería el final de la soledad y tristeza de aquel hogar.