En esta entrada me gustaría recoger de forma resumida todo lo aprendido en las últimas clases de literatura española, literatura infantil y educación literaria, que junto con la búsqueda en diferentes páginas webs y otros blogs, me han permitido aprender y tener un poco más de cultura, sobre cómo surge la literatura hecha expresamente para niños y cómo ésta ha ido evolucionando en los últimos años:
A finales del siglo XIX, el tener un libro era cosa de familias pudientes. Imprimir un libro y más si este poseía algún tipo de ilustración tenía un coste muy elevado, por lo que los que accedían a este “lujo” eran exclusivamente las familias adineradas.
Evidentemente, si el poder comprar un libro era un lujo, las ventas de estos eran escasas, ya que familias con dinero había pocas. Un editor vio la oportunidad en la literatura infantil y se le ocurrió crear unos libros de bolsillo que salían cada semana, y cuyo coste era mucho más reducido, por lo que podían ser vendidos a la clase media. De esta forma, se crea la primera editorial de literatura infantil: Saturnino Calleja e hijos”.
En esta época la idea de literatura-didáctica seguía presente en cada libro “para niños” sin tener en cuenta cuáles eran los gustos reales del niño. El objetivo secundario de estos libros era el mero entretenimiento.
Los personajes que aparecían en cada cuento de Calleja eran planos y siempre se les definía con dos características (Feo-Malo)(Guapa-Buena).
Similar a la literatura de Saturnino Calleja fue la de Salvador Bartolozzi. Sus libros más comerciales fueron: “Pipo y Pipa” y “Pinocho y Chapete”. Los personajes en este caso no eran definidos por dos características, como en los libros de Calleja, sino que eran héroes que hacían cosas increíbles y que los niños admiraban.
Elena Fortún en 1928 creó el primer personaje que abandona lo lineal para tener psicología. Era una niña llamada Celia. Celia iba creciendo junto a las niñas que leían sus aventuras. Todo lo que le ocurría y todo lo que pensaba, coincidía con la etapa evolutiva y gustos correspondientes a su edad.
Estos libros los leían principalmente las niñas, pero Elena Fortún también creó una serie de libros que trataban las aventuras del hermano de Celia, que fueron más acorde con los gustos propios de los niños.
Borita Casas fue otra de las iniciadoras de la literatura infantil de calidad. En un primer momento escribió guiones radiofónicos que tuvieron mucho éxito y que acabó convirtiendo, muchos de ellos, en libros. El más conocido fue: “Antoñita la Fantástica”. Lo mismo ocurrió con el libro más célebre de Eduardo Vázquez: “Matilde, Perico y Periquín”, que en 1955 comienza a emitirse en la cadena SER como serial, teniendo un gran impacto y éxito, y posteriormente siendo editado como libro.
En esta época surge el primer libro ilustrado a color, de la mano de la autora Emilia Cotarelo. Publicará una extensa colección bajo el nombre de “Mari Pepa”.
Los años 70 suponen un giro total y absoluto para la literatura infantil. Surgen las primeras editoriales que cubrirán las necesidades de introducir libros en el aula, también comenzarán a nacer libros que consisten en una serie de reivindicaciones sociales en la que el niño busca su lugar en la sociedad: es uno más en la sociedad, con características especiales y no “un adulto pequeño”. “Oliver Button es una nena “de Tomie de Paola, publicado en 1979, será un ejemplo claro de esta nueva temática.
Si los años 70 significaron un giro absoluto y un gran progreso para la literatura infantil, los años 90 son quizás los que han supuesto un mayor cambio respecto al mercado editorial. Los libros se crean cuidadosamente para el niño, y se comienza a adaptar la obra a la edad específica del niño al que irá dedicado.
Y tras este breve recorrido por la historia de la literatura infantil, considero que es importante destacar que la literatura infantil de autor, es sólo una pequeña parte de este tipo de literatura y que a lo largo de la asignatura iremos conociendo otros ámbitos como la literatura folclórica, la poesía o el teatro.
Sin embargo, lo más importante no es aprender el recorrido que ha seguido la literatura. Estas pinceladas de historia, no son más que una forma de permitir situarnos en el tiempo y conocer cómo se ha llegado a lo que hoy conocemos por literatura infantil. Lo verdaderamente fundamental en este tema, es reconocer los rasgos que marcan y diferencian una buena literatura para niños, de una mala. Saber qué les motiva y gusta, qué es adecuado para su edad y qué no lo es. Es decir, qué criterios debemos tener en cuenta a la hora de seleccionar un libro en un futuro, cuando ejerzamos de maestros, de acuerdo con la etapa evolutiva en la que se encuentre el niño, así como sus gustos.
Durante las últimas clases hemos llegado a la conclusión de que para poder acertar con la selección, debemos basarnos en un aspecto objetivo (etapa evolutiva) y un aspecto subjetivo (los gustos), que varía con asombrosa rapidez.
Basándome en el modelo que propuso Piaget, los niños van pasando por diferentes etapas en su evolución:
Su recorrido por éstas, comienza tras su nacimiento y hasta los dos años. A esta etapa Piaget la denominó Sensorio-Motora. El niño no es más que un imitador innato que repite constantemente las acciones que percibe de los adultos y descubre el mundo que le rodea, a través de los sentidos. Es evidente que al niño a esta edad no le puede interesar la lectura, sino el propio libro, que lo comerá, chupará, romperá y tirará, es decir, todo menos leerlo, ya que busca descubrir qué son todas aquellas “cosas extrañas” que le rodean.
A partir de los 18 meses el niño comienza a entrar en una nueva etapa, que Piaget llamará: Periodo de preparación y operaciones concretas.
Dentro de esta etapa se distinguen dos grandes subetapas:
La primera de ellas abarca desde los dieciocho meses hasta los aproximadamente siete u ocho años. El niño comienza a memorizar, es capaz de evocar objetos ausentes, le empieza a interesar dibujar (garabateo) y lo que para nosotros es más importante, comienza a entender y producir el lenguaje. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los niños continúan siendo muy egocéntricos y que su mundo se basa en ellos y sus familiares más cercanos, por lo que leerles cuentos sobre los valores de la amistad, travesuras y aventuras de grupos de amigos, no tiene para ellos ningún sentido.
Concretando un poco más sobre las edades, podríamos decir que los tres años es la edad de las continuas preguntas (¿por qué?). Por lo que bajo mi punto de vista, es el momento de, a través de la narración de cuentos, descubrirles el mundo en el que viven.
A los cuatro / cinco años, el niño confunde continuamente fantasía con realidad y por tanto en esta etapa lo que más le gustará será que los cuentos que se trabajen con ellos contengan historias llenas de fantasía, les hablen de mundos diferentes, maravillosos, etc.
A partir de los seis años comienzan a comprender rasgos de la personalidad, conceptos sociales, manejan la mentira, la ironía. Se trata, por tanto, de un momento idóneo para introducir libros que contengan moralejas y que les enseñen a comportarse ante diferentes situaciones.
El segundo subperíodo o subetapa comienza aproximadamente a los siete u ocho años. Con estas edades el egocentrismo deja paso a una descentralización cada vez mayor que implicará que el niño se despegue poco a poco de la familia y busque el cariño, admiración y valoración social. La fantasía deja paso a la realidad. Es por tanto una etapa en la que, de forma general, el niño se verá atraído por libros que hablen de amistad, que plasmen situaciones con las que ellos se sientan identificados y donde el protagonista sea un niño con rasgos comunes a él/ella.
Teniendo en cuenta los momentos evolutivos del niño, podríamos realizar una preselección que probablemente sería acertada desde el punto de vista educativo pero que posiblemente en numerosas ocasiones sería rechazado por el niño por no estar en su “onda”. Es por tanto necesario buscar cuáles son los gustos actuales de los niños, cuál es la moda que siguen y qué les interesa más. He llegado a la conclusión de que dentro de los gustos, existen unos patrones que parecen permanecer o por lo menos no variar tanto y otros, que son fruto del marketing y tendencias del momento. Debemos tener en cuenta ambos.
Por último, algo que es fundamental tener presente a la hora de seleccionar un libro son los aspectos tanto formales como editoriales. El lenguaje es muy importante a la hora de escogerlo. Este debe estar estructurado de forma sencilla (frases cortas, vocabulario adecuado a la edad del niño) y deberá ser similar al que ellos emplean. A un niño no se le puede mandar leer un libro con frases largas, sin apenas ilustraciones, con letra demasiado pequeña puesto que probablemente su nivel de motivación sería muy bajo y no querría leerlo. Tanto un niño como un adulto, lo primero que juzga es el nivel estético y visual, es decir, si le entra o no por los ojos. Esto no es ninguna tontería y debemos de tenerlo muy en cuenta a la hora de seleccionar un libro.
Para acertar con la elección de una lectura para nuestros alumnos, además de todo lo nombrado con anterioridad, será necesario que nos fijemos con detalle en aspectos como el tipo de personaje, el espacio y el tiempo en el que se desarrolla la acción, los valores que recoge el libro y su estructura.
Los personajes deben ser cercanos, sencillos, con características psicológicas similares a las que puede tener el receptor; en definitiva, personajes con los que el niño se pueda sentir identificado. Cuando digo espacio y tiempo, me refiero al contexto en el que está escrito. Este debe ser, o bien familiar para el niño o indefinido (En un lugar muy lejano…), muy característico de los libros de fantasía y ficción. Siempre la literatura infantil a través de los personajes introduce valores que ayudan al niño a comprender por qué se deben comportar de una determinada forma u otra. Por último, respecto a la estructura, concretar que ésta ha de ser clara para que el niño sea capaz de entender el libro en su totalidad.
Para terminar de contestar a las preguntas sobre literatura infantil que han surgido en clase, vamos a responder a continuación a la cuestión planteada, de si los géneros literarios infantiles, poseen las mismas características que los de los adultos.
Tanto el teatro, la prosa como la poesía infantil comparten características con la adulta, sin embargo, encontramos determinados rasgos que la hacen diferente.
Esta diferenciación que vamos a plantear a continuación, en la práctica nos va a servir para saber seleccionar adecuadamente una obra de teatro para niños, una poesía para niños o un libro para niños; o por el contrario, debemos tener en cuenta que la poesía, la obra teatral o el libro de adultos, ha de ser adaptado, para que los niños disfruten trabajando con ellos.
Diferenciación de géneros literarios infantiles y géneros literarios adultos:
El teatro siempre tiene un parte literaria (el texto) y otra parte no literaria (la representación o interpretación). Tanto en la parte literaria como en la no literaria, hay alteraciones. Se introduce en mayor medida la exageración y la apelación, ya que el público infantil se suele distraer con facilidad y para mantener su atención, continuamente, se debe hacer uso de estos recursos. El vocabulario es más simple, las estructuras lingüísticas sencillas con frases cortas. Otra variante del teatro infantil es el tipo de personaje. Estos deben representar personalidades muy marcadas, deben diferenciarse muy bien unos de otros y el número suele ser reducido con el fin de que los niños no se líen y puedan comprender la obra. Los intérpretes deber hacer uso de la exageración, de los gestos y apelar para que haya una mayor comprensión por parte del niño.
La prosa, como hemos ido viendo, ha sufrido grandes variaciones a lo largo de la historia. En la actualidad la característica principal de la prosa infantil es que el protagonista suele ser un niño que nunca es plano. Se trata de un héroe cotidiano, cercano y sencillo con el que los niños se sienten identificados y aspiran a parecerse. Se juega mucho con la introducción de “niños buenos” y “niños malos”. La historia del “niño bueno” siempre es buena, exitosa, sorprendente e ideal; ocurriendo lo contrario con el “niño malo”. La forma en la que se escribe, al igual que ocurre en el resto de géneros, es más sencilla, posee un vocabulario simple y estructuras que simplifican la lectura y la hacen asequible al niño.
La poesía infantil da un cambio radical a partir de los años setenta con la fabulosa poetisa Gloria Fuertes. Previamente, los temas usualmente empleados eran los animales, situaciones cotidianas, aprendizaje sobre la vida, los valores, etc. y la forma era similar a la poesía adulta pero simplificada y adaptada al niño. Sin embargo, Gloria Fuertes hará una poesía que al niño le gustará, pues observando qué es lo que les gustaba, creó una poesía diferente, basada en la magia, la fantasía y los juegos. Las rimas eran muy sencillas y breves e introduce juegos de palabras y fonéticos.
Todos estos aspectos desarrollados en esta entrada son una herramienta fundamental de cara a nuestra futura labor de maestro, para ser competentes en la selección de obras adecuadas a los niños según su edad y los gustos que en ese momento tengan Todo ello, nos ayudará, además, a hacer la literatura muy atractiva para el niño y que la lectura y el trabajo con los libros se disfrute y convierta en una labor agradable, divertida y amena tanto para ellos como para nosotros, porque realmente merece la pena.
Fuentes consultadas
Otras fuentes consultadas:
Lectura de diferentes blogs de profesores y antiguos alumnos.
Cuadros colgados en Luvit.
Perfecto. Además te ha quedado muy bonito decorado con las imágenes de los libros. ¡Sigue así!
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